Cada año, la previa al comienzo de clases incluye la lucha por completar los ítems solicitados por los docentes; los grupos de WhatsApp pueden ser un aliado o un factor más de confusión
Sebastián A. Ríos – LA NACIÓN – 18 de Febrero de 2017 – Participación: Lic. Julieta Tojeiro
Mamá 1: Holis! Estoy con la lista de materiales. No entiendo nada
Mamá 1: ¿Son dos cartucheras? Una para inglés y otra para castellano?
Mamá 1: ¿Y cuántas gomas? ¿2 de lápiz y una de tinta? ¿O una y una?
Mamá 2: Es una sola cartuchera. La comparten.
Mamá 1: Ahh.
Mamá 1: ¿Y tijera y voligoma?
Mamá 3: No me acuerdo. Lo de la cartuchera también fue mi duda el año pasado.
Mamá 4: Es que no está nada clara la lista.
Mamá 2: Sí, sí.
Mamá 1: ¿Y entonces, cuántas gomas?
El comienzo de las clases está a la vuelta de la esquina, y conversaciones como ésta son cotidianas por estos días en los grupos de WhatsApp de las mamás (y los papás) del cole y del jardín, en los que la catarsis se mezcla con la confusión. Es que reunir todos los ítems que abarcan las cada vez más extensas listas de útiles no es fácil, pues demanda grandes cantidades de tiempo, dinero y paciencia, así como la templanza necesaria para organizar las compras que hoy requieren visitar ya no sólo la librería del barrio, sino distintos establecimientos: tabaquerías, fábricas de telgopor, mercerías, farmacias, jugueterías, etcétera, etcétera.
María, por ejemplo, recorrió esta semana varias farmacias (entre otros comercios) en busca de una brocha de barbero de esas que usaban nuestros padres -y que hoy usa algún que otro hipster- a la hora de afeitarse, y que figura en la lista de «útiles» del San Lucas, de Olivos, colegio al que acude su hijo. «La farmacéutica me la encargó porque no la tiene disponible: ya pasó a ser un objeto de reliquia que toma un valor especial por estar de moda en las barberías palermitanas», cuenta María, de 39 años, que día tras día mirá con desdén ese ítem en la lista que se resiste a ser tildado.
Silvia, de 35, compró por tercera vez una mazo de cartas españolas para cumplir con las demandas del Buenos Aires English High School, de Belgrano. «Me lo piden desde primer grado y este año mi hijo comienza tercero -cuenta-. Obviamente jamás volvió el mazo a casa a fin de año, con lo cual todos los años compro uno nuevo. Mi hijo me dice que no lo usaron nunca. Es realmente un misterio.»
Nadia, de 42, recuerda risueñamente cuando una profesora de ciencias naturales del Santa Magdalena, de Olivos, pidió arcilla en polvo para un experimento. «Sólo uno de los padres del curso la consiguió, y terminó comprando para todos», dice. Romina Rivarola, mamá de tres chicos que este año ingresan a 1° grado, 2°grado y 2° año en el Niño Jesús, de Corrientes, recuerda que las listas eran no sólo más extensas, sino con mayor propensión a «útiles» no convencionales cuando sus hijos estaban en jardín: «cosas como un ula-ula o maracas para educación física…»
Claro que lo que es raro hoy, quizá sea un número fijo en la cartuchera de las próximas generaciones. «Algunos elementos nos parecieron raros en su momento, pero con el pasar de los años los fuimos encontrando en más listas y nos acostumbramos, como papel de lija, bandejas de telgopor, globos, rodillos, mazos de cartas -comenta desde el otro lado del mostrador Vanesa Castro, gerenta de Marketing de Staples Argentina-. Igual todos los años aparecen más cosas nuevas que no necesariamente son útiles pero que ya están incorporadas como si lo fueran: juegos de mesa, hisopos, toallitas húmedas ¡y limpiapipas!»
Treinta ítems es la extensión promedio de una lista habitual, afirma Vanesa. «Pero hemos tenido más largas también -admite-. Hay varios colegios que tienen una lista de útiles general para todas las materias, y otra para inglés, incluso llegan a pedir dos cartucheras completas al mismo tiempo, una para cada turno de la doble escolaridad en los casos de colegios bilingües.»
Lost in traslation
Ya sea por el alto costo económico que representan, por el tiempo que demandan para ser completadas o porque sencillamente su existencia es una sentencia irrevocable que señala el final de las vacaciones, las listas de útiles funcionan como un elemento disruptivo en muchos hogares. Lo extenso y oneroso del listado, sumado a la eventual presencia de elementos difíciles de hallar suma su cuota de tensión a la previa del inicio de clases.
«Conseguir, conseguís todo, siempre que tengas paciencia. No hay imposibles, pero sí cosas que rayan lo rídiculo. Seis cajas de pañuelos descartables, cinco rollos de cocina…», enumera Silvia. Están, también, aquellos ítems al alcance de la mano pero que requieren una transformación no siempre sencilla: «Pidieron una placa de radiografía limpia y acudimos a la radiografía de la cadera de la abuela -recuerda María-. Pero es casi imposible limpiarla. Empezamos con lavandina, pero no hay caso, seguimos con el acetato y el quita esmaltes, pero sólo algunas marcas son las que dan el resultado esperado. El resultado es que antes de terminar todos intoxicados, la placa va al colegio con el parte médico de la abuela impreso en ella».
En otros casos, lo que falla es, sencillamente, la interpretación de la lista, sea por su redacción críptica como por la mala pericia del lector. «En medio del estresante ritmo de vida que llevan hoy muchos padres, muchas veces la falta de anticipación o el leer apurados la lista de útiles o hacerlo mientras se hacen otras cosas genera muchas confusiones -opina Julieta Tojeiro, especialistas en estrés, ansiedad y emociones del Instituto Sincronía-. Y si a esto le sumamos listas donde se piden varios útiles y materiales para más de una asignatura, el querer sacarse todo de encima rápido hace que cometan más errores o incluso compren cosas que ya tenían.»
Y ni qué hablar en tiempos de redes sociales. Muchas veces es más confusión que ayuda lo que prestan las redes en este ámbito. «Un aditivo particular de los últimos años que suele generar mucho desgaste es estar chequeando con el grupo de mamis del cole de WhatsApp, herramienta tecnológica que mal usada puede confundir y complicar desde lo práctico hasta lo social», agrega Julieta Tojeiro.
«Las quejas y las confusiones en torno a las listas de útiles se hacen notar especialmente a partir de los grupos de WhatsApp -coincide Nadia, que a fines de enero puso en silencio el grupo de las mamis para evitar las interminables conversaciones en torno a lo que incluye y lo que no la lista del colegio-. Antes no nos enterábamos de nada, ahora todo es complicado y confuso para algunas mamás.»
Los pedidos más insólitos
Bocha de afeitar
Hay que caminar viejas farmacias para encontrarla. Y, a veces, pagarla a precio de anticuario.
Limpiapipas
Sólo disponible en tabaquerías (no manden a los niños a comprarla).
Mazo de cartas
Lo bueno es que, en caso de paro sorpresivo, en el aula los chicos jugan al truco.
Arcilla
En polvo, vale aclarar. Hay premio para el que diga dónde se consigue sin googlear.