PALERMO TOUR – 22 Febrero, 2017 – Por la Lic. Solange García Barbot
· La ansiedad y el estrés son parte de por lo menos el 70 % de las enfermedades y el sufrimiento de estos tiempos.
· Mindulness: es una herramienta concreta, práctica, económica, que está al alcance de todos, pero que sobretodo es efectiva y está científicamente avalada.
La ansiedad, una emoción que debería ser adaptativa se ha vuelto perturbadora; generando insomnio, dificultades para salir de las zonas de confort, preocupación excesiva, contracturas, desordenes digestivos, irritabilidad, falta de creatividad, dificultad para dar exámenes o enfrentar situaciones cotidianas. Además, trae problemas en cultivar las relaciones con otros, disminución en la capacidad de rendimiento, labilidad emocional, baja autoestima, depresión y una diversidad de síntomas físicos y psicológicos.
Hay ciertos estilos de vida, maneras de ser y de estar, de relacionarse con uno mismo y con el mundo, que culturalmente hemos alimentado y que activan la ansiedad que hoy nos desborda. Ideas como la de no tener tiempo, o creer que seremos felices por alcanzar algún objetivo o por tener ciertas cosas, son algunos de las creencias que hemos creado y que nos tienen desbordados y ansiosos.
Para ser funcionales a esta manera de pensar tuvimos que CONTROLAR en exceso. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, intentamos que las cosas sean como creemos que deben ser. Este control por un lado es práctico, funcional y gratificante; pero por otro es un gran generador de ansiedad y miedo. Cuanto más controlo, más miedo y ansiedad tengo. Cuando siento miedo y ansiedad aumento el control, y así quedo atrapado en una espiral de control y ansiedad que no tiene fin ni sentido. En su origen los trastornos de ansiedad son patologías de control entre otras cosas.
Como regla general debemos utilizar, el control, en su justa medida. Un poco de control esta súper bien, es funcional, nos ayuda a concretar cosas, pero un exceso de control nos enferma e intoxica. Controlar es querer que las cosas sean de una manera determinada y no de otra, por lo tanto controlar es evitar. La EVITACION también incrementa la ansiedad. Cuanto más huyo de algo, más miedo le tengo. Cuando lo afronto, el miedo se va diluyendo. Esto retroalimenta y fortalece el circuito de ansiedad – control – evitación – más ansiedad – más control, haciendo que se cronifique y nuestro sistema nervioso este alterado en forma permanente.
La incapacidad para aceptar las cosas como son, la baja tolerancia a la incertidumbre y a la frustración son el resultado de este estilo controlador que nos debilita psicológicamente. Por un lado, creamos la falsa idea de que todo es susceptible de control y por el otro creemos que hay ciertas cosas que hay que evitar porque no tenemos los recursos para transitar lo que nos sucede. Cuando la realidad es que nos sobran capacidades para transitar la vida, sobre todo en cuanto a la vida cotidiana se refiere. Esta manera de pensar no nos empodera de cara a la vida sino todo lo contrario.
¿Podemos imaginar las consecuencias y costos que tiene crear un mundo tan terrible y amenazante en lugar del mundo que realmente es? Bueno… no hay mucho que imaginar ya que vivimos en él.
El mindfulness es una práctica que complementa este modo de ser y de relacionarnos con nosotros y con el mundo tanto interno como externo. Con su práctica entrenamos la capacidad que todos tenemos de SER y de permitir que las cosas sean, sin necesidad de interferir sobre ellas. Permitiendo, simplemente, que los procesos, se inicien, se desarrollen y lleguen a su fin. No tendríamos que hacer nada con ellos, más que ver cómo pasan. Tan simple como difícil. La práctica de mindfulness nos insta a no reaccionar ante lo que sucede, aumentando nuestra natural tolerancia y aceptación con el fin de poder transitar los procesos, para realmente trascenderlos.
Mindfulness también es llamada la práctica de la no evitación, al estar presente en el presente no hay intensión de huir de nada de lo que sucede, sino todo lo contrario. La práctica se trata de estar presente, consciente, atento, lo más posible, en el presente ya que es el único momento en el que de verdad podemos hacer algo. Esta manera de relacionarnos con el mundo nos fortalece emocionalmente, nos permite no solo aceptar lo que nos disgusta sino también reconocer la capacidad que todos tenemos para transitarlo.
Otra de las capacidades que hemos estado desarrollando como sociedad y que nos llena de ansiedad, es la del APEGO junto a su contracara, el RECHAZO, Creamos un mundo polarizado, dividido en pares contrarios (blanco- negro, bueno-malo, cielo – infierno) que no es completamente real. Si me gusta es mío, lo quiero, y me apego. Si no me gusta lo evito, lo niego, lo rechazo, lo reprimo, lo proyecto. De esta manera, levantamos la ansiedad a niveles muy altos. Sin percibir que estamos en un sube y baja emocional tratando de apegarnos a cosas que no nos pueden definir, que son pasajeras y que están fuera de nosotros.
Practicando Mindfulness tomamos consciencia de la distancia entre lo que me sucede y yo. Una distancia que permite involucrarme sin identificarme con lo que nos pasa. Me doy cuenta, desde la experiencia, que yo no soy lo que sucede, ni lo que tengo, ni lo que hago, sino que soy mucho más.
Si solo las cosas están bien o si solo están mal, queda una única solución posible que es… la correcta. Desapareciendo el abanico de posibilidades que en verdad tenemos. Vivimos con la ansiedad constante de no equivocarnos. No nos damos cuenta, que aquello que pensamos como opuestos son en realidad complementarios, no existe uno sin el otro.
Lo que entrenamos con la práctica de Mindfulness es el desarrollo de la capacidad de ser observadores neutrales del momento presente. Esto es observar sin juzgar. Manteniendo una distancia óptima como para involucrarnos sin identificarnos (sin apego, sin rechazo) momento a momento, respiración tras respiración, continuamente. Mindfulness es una manera de ser y de estar en el mundo, de relacionarme. Desarrollando una mente de principiante, abierta, receptiva, curiosa, libre de experiencia previa (que no responde en piloto automático) sin juicios.
La modalidad ansiosa de relacionarse con el mundo interno y externo. En su justa medida es pragmática, adaptativa y funcional pero termina siendo tóxica, por ser prácticamente la única manera de pararse ante lo que nos sucede.
Pensemos que la última libertad del ser humano es, la de poder elegir como interpretar lo que nos sucede, escribió el Dr. Víktor Frankl. Mindfulness es la práctica de reeducar la mente, para conectar con el presente tal y como es, momento a momento respiración tras respiración, sin juicios.
En las los tratamientos psicológicos especializados en los distintos trastornos de ansiedad en el Instituto Sincronía se practica Mindfulness desde hace más de 20 años, no solo para bajar la ansiedad y sintomatología física mediante la respiración, sino también por lo importante que es el registro del cuerpo, las emociones y pensamientos. Es una herramienta concreta, práctica, económica, que está al alcance de todos, pero que sobretodo es efectiva y está científicamente avalada. Nos permite volver a centrarnos sin el exceso de distracciones diarias. Nos permite dejar de lado la respuesta automática y aumentar la capacidad de elección, elegir como responder frente a lo que sucede, dejando de estar reactivos. Nos permite desarrollar la tolerancia a la frustración y la paciencia para así poder transitar procesos que están estancados.
La práctica de Mindfulness afecta positivamente, nuestro cerebro, nuestro sistema inmunológico, nuestra manera de pensar y de regular las emociones. Baja los niveles de estrés, desarrolla la atención y concentración, despierta la creatividad, desarrolla la capacidad de conexión aumentando la empatía y la compasión por los otros y por uno mismo. Desarrolla la inteligencia emocional. Protege contra el Alzheimer y ayuda con el insomnio.