Cuando no cumplís con esas expectativas, podés pasarla muy mal. Los especialistas explican por qué deberías revisar tus objetivos de vida.
REVISTA COSMOPOLITAN – Diciembre, 2016 – Participación: Lic. María Gabriela Fernández Ortega
Irte de vacaciones con tus amigas, aplicar para una beca, conseguir financiación para lanzar tu emprendimiento: tener planes es el primer paso para construir tu futuro. Sin embargo, cuando esos proyectos son desmedidos, pueden volverse en tu contra. Así lo asegura un estudio hecho en conjunto por el departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos) y la Universidad de Hamburgo (Alemania), y publicado en el Journal of Experimental Social Psychology (Periódico de psicología social experimental). La investigación descubrió que apostar a un futuro idealizado puede disminuir tus energías y dificultarte las tareas diarias.
«Si las metas son demasiado elevadas y poco alcanzables, la frustración posterior puede reemplazar a la motivación y la esperanza», asegura el psiquiatra Juan Manuel Bulacio, máster en Psicología Cognitiva, presidente de ICCAp y profesor de la Universidad de Palermo.
Entonces, si no queréis transformar tu vida en un meme «objetivo vs. realidad», es hora de cambiar: te conviene pensar qué deseás y cómo caminar hacia eso. Pero tejé en cuenta que «si el proceso de construcción de las metas no sigue algunas pautas, te puede resultar contraproducente», advierte Bulacio. Para evitar la frustración, poné en práctica los consejos de los expertos que te permitirán alcanzar lo que te propongas.
Tu nuevo plan de acción
Nuestras emociones terminan por definir nuestras acciones. Así lo asegura la psicóloga María Gabriela Fernández Ortega, del Instituto Sincronía – Especialistas en estrés, ansiedad y emociones (www.institutosincronia.com). Un ejemplo simple de eso: una persona es consciente de que fumar es nocivo para su salud y, sin embargo, cuando está muy nerviosa enciende un cigarrillo tras otro.
Entonces, es fundamental que tomes contacto con tus emociones y desactives el piloto automático con el que solés ir por la vida. «Así vas a estar más lúcida y consciente para registrar qué queréis y establecer objetivos concretos en función de lo que sentís», dice Fernández Ortega. En el caso del fumador, el primero será tratar de controlar la ansiedad.
Conocer la diferencia entre sueños y proyectos es clave
«Los proyectos son deseos organizados para transformarse en lo que queremos que ocurra», precisa la psicóloga. Como primera medida tenés que evaluar la magnitud de lo que te proponés. «Las metas deben ser deseables, pero también posibles y ‘ecológicas’, en el sentido de que generen más beneficios conjuntos que déficit», explica Bulacio. Si pretendés «lograr la paz en el mundo», es probable que te des la cabeza contra la pared. Reemplazá ese gran propósito por otro más cercano y posible que te va a traer un beneficio directo, como «voy a mejorar la relación con mis vencimos».
ELABORÁ UN PLAN ESTRATÉGICO. TENÉS QUE SER HONESTA CON VOS Y ASUMIR SÓLO AQUELLOS COMPROMISOS QUE SEPAS QUE PODRÁS CUMPLIR
Ahora bien, una vez que te fijás una meta, tenés que concretarla. «Los objetivos no funcionan en el aire, eso sería igual a no tenerlos», dice Fernández Ortega. Ella recomienda que los anotes en un cuaderno: ponerlos en palabras hace que comiencen a materializarse de alguna forma y que pienses en concreto. No es lo mismo decir: «Quiero bajar de peso» que «Voy a sacar turno con una nutricionista y a hacer actividad física tres veces por semana».
«Cuando escribís tu objetivo, lo clarificás. Es un modo de organizar y dar prioridades, de evitar los castillos en el aire», alienta Fernández Ortega.
Reuní la información específica para decidir los pasos que te encaminen a tu meta. Si la idea es aprender un nuevo idioma, tendrás que evaluar las distintas ofertas y ver cuál te convence más por precio y disponibilidad horaria, por ejemplo.
Paso a paso
Elaborá un plan estratégico. Para hacerlo, tenés que ser honesta con vos y asumir sólo aquellos compromisos que sepas que podrás cumplir. Si no sos amante del fitness, no prometas que vas a hacer crossfit a las 7 AM, por ejemplo.
Como si se tratara de una carrera de postas, tu proyecto tiene que incluir micrometas que te ayudarán a ganar confianza a medida que las cumplas.
«Las metas intermedias a corto plazo son más realizables: dependen más de vos que de factores externos. Y te dan la oportunidad de aumentar la satisfacción y la motivación al haberlas alcanzado», explica Bulacio. Fernández Ortega asegura: «Esos ‘mojones’ te ofrecen un feedback positivo y te permiten comprobar que estás avanzando».
El camino a tu objetivo requiere paso firme y flexibilidad mental para entender que hay cuestiones que no dependen estrictamente de vos: supongamos que cambiás tu horario laboral y ya no podés ir a las clases de zumba con las que te habías enganchado. Tendrás que buscar alternativas. Si pensas las situaciones como un «todo o nada», seguramente será nada. En vez de tirar la toalla, aceptá que los obstáculos e imprevistos son parte del recorrido y pensé en un plan B. «La idea es ordenar y disfrutar del presente y moverte serenamente hacia un futuro menos alcanzable», concluye Bulacio.