Datos de una encuesta. Lo que más hacen es mirar la hora y WhatsApp. Alertan que es una conducta que no debe naturalizarse.
CLARIN – 11 de Noviembre, 2016 – Participación de la Lic. María Gabriela Fernández Ortega
Por su espacio reducido, la mesa de luz siempre fue destino de objetos funcionales, como el velador o un libro; pero hiperconectividad mediante, los teléfonos inteligentes pasaron a formar parte de ese reducto de lo necesario. Así, el 65% de los argentinos chequea su smartphone durante la noche, cifra que se eleva al 84% cuando se trata de jóvenes de entre 18 y 25 años. Esos datos se desprenden del informe “Consumo Móvil en Argentina” elaborado por la empresa Deloitte.
Con el móvil ya en la mano, el 46% se limita a consultar la hora, mientras que el 34% chequea mensajes instantáneos (mayormente WhatsApp) y el 32% busca notificaciones en sus redes sociales. Y no todo es pasividad, el 24% de los hombres y el 19% de las mujeres responden mensajes entrantes.
El estudio se realizó en 31 países y, el autor a nivel local, Julio Francisconi, señala que “con el 65%, Argentina presenta uno de los índices más altos a escala global”.
Para los que nacieron con el celular bajo el brazo, revisar el teléfono sin discriminar horarios ni situaciones es natural, “pero no es una conducta que deba naturalizarse”, explica Gabriela Fernández Ortega, psicóloga y miembro del Instituto Sincronía, especializado en estrés y ansiedad.
Los expertos señalan que lo ideal es que el teléfono móvil no entre a la habitación, pero muchas veces “desconectarse” es contraproducente porque genera más ansiedad; aun así, “hay que dar el salto”, recomienda Fernández Ortega, “la clave es hacerlo de manera paulatina para poder sostenerlo. Si alguien chequea el celular tres veces durante la noche, se le pide que baje a dos, después a una”, explica. “Hacerlo de golpe está contraindicado porque provocaría abstinencia y la persona no lo podría sostener”, agrega.
Paola Guzmán, psicóloga con especialidad en adicciones, advierte que “la extrema dependencia a Internet o a las redes sociales puede llegar a ser una manifestación secundaria de otro tipo de trastorno psicológico que deban tratarse con ayuda terapéutica”. Lo determinante para acudir a un experto “es el nivel de influencia negativa que esta conducta tenga en lo cotidiano”, precisa Guzmán.
El grado de hiperconectividad es de tal magnitud que ya se convirtió en tema de consulta. “Cada vez vienen más pacientes que tienen conductas adictivas con Internet. Es que cuando llegás con ojeras al trabajo, se te empieza a complicar porque te distraés. Y te das cuenta que te tenés que tratar, de que necesitás ayuda profesional”, indica Fernández Ortega.
La hiperconectividad, incluso, generó síndromes con nombre propio, como la nomofobia –temor irracional a olvidarse el celular o a quedarse sin batería– y el FOMO, del inglés “fear of missing out”, que se refiere a la sensación de malestar que experimentan algunas personas al chequear sus redes sociales y darse cuenta de que se están perdiendo algo, como una cena a la que no fueron invitados.
El estudio, que en el país se realizó sobre una muestra de 2 mil casos, reveló otra particularidad de los argentinos, el 96% aseguró que consulta su celular en el transcurso de la primera hora desde el momento en que se despertó, mientras que el número cae al 78% en países desarrollados. Y si las cifras abruman, en unos años será peor. Es que el 66% de los argentinos se conecta vía Wi-Fi, pero el 50% considera la posibilidad de adquirir un plan con tecnología 4G en los próximos 12 meses. Y entonces sí, el celular estará siempre disponible.