«Comenzó hace 4 años, de manera inesperada, con taquicardia, sensación de falta de aire, mareo, miedo y sudoración. Estas crisis se fueron haciendo diarias, hasta que llego un momento en que temía salir y aún quedarme sola en casa. Deje de disfrutar las cosas que antes hacia, me daba miedo salir y enfrentarme al mundo porque creo que voy a perder la razón o el control, he dejado de hacer muchas cosas por este problema».
El Trastorno de Pánico (TP), se caracteriza por la aparición brusca e inesperada de síntomas somáticos de ansiedad tales como palpitaciones, falta de aire, mareo, sudoración, etc., acompañados de miedo a morir, sensación de irrealidad, miedo a perder el control o enloquecer.
Los síntomas sobrevienen en forma de crisis de rápido comienzo, con un pico de intensidad – habitualmente dentro de los 10 minutos -, seguidos de un periodo de atenuación y desaparición de los mismos dentro de los 20 a 30 minutos aproximadamente.
Habitualmente la persona afectada presenta crisis recidivantes, seguidas de la aparición, durante un periodo mínimo de un mes, de preocupaciones persistentes por la posibilidad de padecer nuevas crisis (ansiedad anticipatoria) y por sus posibles consecuencias, lo que habitualmente condiciona un cambio comportamental significativo relacionado con estas crisis (Agorafobia).
La ansiedad anticipatoria genera un comportamiento fóbico evitativo, relacionado a situaciones o lugares en los cuales la persona ha presentado, o teme puedan presentarse nuevas crisis.
La persona afectada comienza a evitar situaciones tales como viajar en medios de transporte, alejarse de su casa, o permanecer en lugares muy concurridos, como por ejemplo supermercados o shoppings. Las conductas fóbicas (Agorafobia) se presentan aproximadamente en el 80% de los pacientes con TP.
«Los ataques de pánico quitan calidad de vida»
Dado que las crisis de pánico suelen iniciarse en forma inesperada, sin una razón o motivo que permita relacionarlas con un hecho o condición peligrosa (y esta ausencia de vínculo es lo que «enseña» a la persona afectada a temer), los pacientes temen estar padeciendo una enfermedad física grave.
Cuando el médico (ante el desconocimiento de la existencia del trastorno) le asegura «Ud. no tiene nada», e instantes o días mas tarde el paciente vuelve a padecer una crisis de pánico, el individuo se pregunta a sí mismo ¿cómo puede ser que me digan que no tengo nada si yo siento que me muero?.
En realidad, el médico expresa una verdad a medias, porque si bien es cierto que el paciente no tiene nada enfermo en el corazón, los pulmones o el sistema digestivo, por cierto, estos sistemas están reaccionando al trastorno de ansiedad subyacente.
Progresivamente la movilidad del paciente se va restringiendo al punto de verse imposibilitado de salir a la calle o animarse a hacerlo únicamente en compañía de un familiar. El paso siguiente a esta marcada discapacidad, puede ser una depresión, secundaria a la misma.
Síntomas de la Crisis de Pánico
- Palpitaciones o taquicardia
- Mareos
- Sudoración
- Temblores o sacudidas
- Sensación de ahogo
- Sensación de atragantarse
- Opresión o malestar torácico
- Náuseas o malestares abdominales
- Inestabilidad
- Desrealización o despersonalizaciòn
- Miedo a descontrolarse o volverse loco
- Miedo a morir
- Parestesias(entumecimiento u hormigueo)
- Escalofríos o sofocaciones
La edad habitual de comienzo del TP es entre los 25 y 30 años, rara vez comienza antes de los 12 años o después de los 45, aunque la presentación en dichas edades es posible.
A diferencia de lo que ocurre en otros trastornos de ansiedad, en el TP, tres de cada cuatro afectados son mujeres. Actualmente se cree que el TP es una enfermedad en cuya etiología existen múltiples factores determinantes, ligados a la herencia y a circuitos neurobiológicos disfuncionales. En la última década se han ido develando los neurocircuitos involucrados en la etiología y desarrollo del trastorno.