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Agorafobia

 «La verdad es que no sabría decir exactamente cuando comenzó, pero la primera vez que recuerdo haberlo sufrido fue hace aproximadamente 2 años. Recuerdo que estaba comiendo en un restaurante y de repente me dió un terror increíble, terror a no sé que, tuve que salir del local a tomar aire. La segunda vez estaba viendo un programa por televisión y me dió la misma sensación de desamparo. Decidí consultar a un neurólogo para que me hiciera un electroencefalograma, todo salió perfecto y el médico me dijo que no era nada. Me mantuve estable por cierto tiempo, hasta que volvió a aparecer más fuerte. Hasta hace un año yo trabajaba lejos de mi casa y viajaba mucho, ya no hago nada sola, dejé amigos, sólo les hablo por teléfono y no salgo a ningún lado sola, tampoco me gusta estar sola en casa».

 

La Agorafobia es una enfermedad definida originariamente como el temor a los espacios abiertos y concurridos. En la actualidad, se considera a la agorafobia como un cuadro caracterizado por la aparición de miedo y ansiedad excesivos e irracionales, al encontrarse en lugares o situaciones donde la persona afectada siente que el escapar pueda resultarle difícil o imposible, o no pueda disponer de ayuda en el caso de sufrir una crisis de miedo inesperada. En la mayoría de los casos, la agorafobia es consecuencia de otro trastorno muy frecuente, que es el Trastorno de Pánico.

Habitualmente, la persona que padece agorafobia, tiene temor a concurrir o a permanecer en lugares alejados de su casa, llegando en algunos casos hasta la incapacidad absoluta de salir de la casa sin compañía o incluso con ella.

Las situaciones más frecuentemente temidas son:

  • Viajar en medios de transporte
  • Ir al supermercado
  • Concurrir a lugares de esparcimiento (cines, teatros, shoppings)
  • Encontrarse lejos del hogar

«Los ataques de pánico quitan calidad de vida»

¿Cómo evoluciona sin tratamiento este trastorno?

Cuando se producen varios episodios de temor inesperado, la persona comienza a desarrollar ansiedad anticipatoria, es decir, un miedo intenso a tener un nueva crisis. Este miedo, puede actuar como factor desencadenante de otros ataques, creándose un círculo vicioso del que resulta difícil salir. La persona comienza a relacionar las crisis con los lugares o situaciones puntuales donde aquellas se produjeron, dando lugar a conductas de evitación. Por ejemplo; si una persona tuvo una crisis mientras viajaba en tren, puede desarrollar un miedo intenso a volver a utilizar ese medio de transporte y generalmente lo evita, con lo que consolida el miedo. En la mayoría de los casos, el temor suele generalizarse a otras situaciones y como mencionamos anteriormente, las situaciones que resultan más temidas son aquellas en las que resultaría difícil escapar en caso de sentirse mal, como por ejemplo, el subte, tren, puentes, túneles, autopistas, teatros, estadios, shoppings, etc. Las personas afectadas temen sufrir una crisis de pánico mientras se encuentran en los lugares o situaciones mencionados, sentirse sofocados o asfixiados, perder el control, sentirse fuera de sí o desmayarse.

La persona afectada prefiere viajar en vehículos en los que pueda modificar o controlar el trayecto, como un auto propio, remise o taxi, para acceder más fácilmente a un lugar «seguro» en el caso de sufrir una crisis de ansiedad.

Si bien la agorafobia se presenta casi siempre como consecuencia de una o varias crisis de pánico, en algunos casos, puede aparecer sin el antecedente de las mismas.

¿Quiénes padecen este trastorno con mayor frecuencia?

La edad de comienzo de la agorafobia se ubica, habitualmente, entre los 25 y los 35 años de edad, y la mayoría de las personas afectadas son mujeres. Sin un adecuado tratamiento tiende a ser una enfermedad de curso crónico.

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