«Comenzó en el secundario y poco a poco a ido empeorando, ya que antes era muy callada y tenia vergüenza de hablar con los chicos y ahora tengo vergüenza de hablar con un desconocido a no ser que sea necesario, siento que todos me van a mirar y me pongo muy nerviosa me pongo colorada y empiezo a transpirar, sólo puedo hablar con mis familiares mas allegados. Prácticamente no conozco a mis vecinos, todo el mundo piensa que me creo mas que los demás pues no les hablo, por eso no tengo amigas y las que he tenido antes eran una o dos. Mi marido no sabe nada de mi problema y dice que soy una antisocial. Me es muy difícil salir a comprar ropa, porque me da vergüenza hablar con las vendedoras, antes iba a la universidad, evito casi todas las situaciones donde tenga que estar al lado de alguien, pues se me pone la mente en blanco y no se que decir».
El Trastorno de Ansiedad Social (TAS), hasta hace poco denominado Fobia Social, se caracteriza por un temor exagerado y persistente a sentirse expuesto a la opinión de los demás y a desempeñarse de un modo que resulte humillante.
Las situaciones sociales temidas provocan una respuesta inmediata de ansiedad, que perjudican marcadamente el desempeño de la persona afectada.
El TAS, puede presentarse en forma generalizada o no generalizada.
El TAS generalizado abarca prácticamente todas las situaciones de interacción social, como por ejemplo, concurrir a eventos sociales, hablar con extraños, ser presentado, etc.
Cuando el TAS es no generalizado, el miedo del fóbico social esta circunscripto a una o dos situaciones de desempeño social, como por ejemplo, temor a presentar temblor en la mano al escribir o firmar en presencia de otros, un temor exagerado para hablar o desempeñarse en público, o para rendir exámenes orales.
Cuando se encuentra obligado a enfrentar una situación social temida, el fóbico social sufre una ansiedad notable y es probable que quede paralizado o trate de escapar de la misma.
Si se ve forzado a acudir y permanecer en ella, casi invariablemente va a presentar un marcado aumento de la ansiedad, acompañado de sudoración, sobre todo en las manos, rubor, temblor y sensación de miedo intenso, que puede adoptar la forma de una crisis de pánico.
La aparición de estos síntomas, evidenciables por los otros, incrementa aún más la ansiedad y la tendencia a evitar.
Los temores más frecuentes son:
- Miedo a hablar, comer o escribir en público
- Miedo a encuentros con personas del otro sexo
- Miedo a ruborizarse
- Miedo a tartamudear o no saber que decir
- Miedo a concurrir a eventos sociales
- Miedo a rendir exámenes, sobre todo orales
- Miedo a que los demás perciban su estado de ansiedad
- Miedo a que su desempeño no sea el adecuado o esperado
«Evitar interacciones sociales nos recluye, aislados es muy difícil desarrollar una vida plena»
Para controlar la ansiedad o el temor, los fóbico sociales llevan a cabo ciertas estrategias de reaseguro, tales como llegar temprano a las reuniones, de manera tal de no tener que entrar cuando ya hay gente en el lugar, ir a camas solares para disimular la ruborización, y la más peligrosa de todas ellas, que consiste en beber alcohol o automedicarse, antes de los eventos, en un intento por calmar la ansiedad previa a estas situaciones. Ante estas situaciones, los pensamientos mas frecuentes son: «hago todo mal», «parezco un ridículo», «todos me miran» «estoy colorado», etc. Estos pensamientos aumentan la inseguridad y la presencia de síntomas físicos.
Los síntomas físicos más frecuentes del TAS son los siguientes:
- Ruborización (ponerse colorado)
- Sudoración
- Temblor
- Malestar gastrointestinal
- Palpitaciones
¿Cuándo pueden reconocerse las primeras manifestaciones del trastorno?
A diferencia de otros trastornos de ansiedad, el TAS se desarrolla en etapas más tempranas de la vida, pudiendo comenzar en la niñez o en la adolescencia. Es justamente la adolescencia, el momento donde aumentan las presiones sociales por la necesidad de vincularse, de ahí la vital importancia de llevar a cabo un diagnóstico precoz.
Con frecuencia, el TAS se asocia con síntomas depresivos, es importante distinguir que el aislamiento social en estas personas de debe a su cuadro de ansiedad, ya que sus deseos de vincularse con los otros están presentes.
En Instituto Sincronía contamos con las herramientas necesarias para llevar a cabo un diagnóstico y tratamiento focalizado en la recuperación de este trastorno tan frecuente y sin embargo, pocas veces diagnosticado y por ende tratado adecuadamente.