Los niños que han sufrido algún tipo de abuso (maltrato físico, trato agresivo reiterado, abuso sexual), o han estado expuestos a eventos capaces de provocar la muerte propia o ajena, accidentes o catástrofes naturales (inundaciones, sismos, huracanes), o potencialmente traumáticos (atentados, guerras, secuestros, incendios), pueden presentar síntomas de ansiedad y depresión. Asimismo, estos niños o adolescentes suelen experimentar la reviviscencia intrusiva del evento (flashbacks) en forma de imágenes, pesadillas y otra formas de percepción (olores, ruidos) y acción (juegos repetitivos alusivos, reactuación), desencadenadas por el recuerdo del evento traumático.
«Hay impactos cuyas marcas condicionan el desarrollo saludable. Es preciso intervenir de manera específica para restaurar las opciones y brindar oportunidad de sanar las heridas»